¿Nos lo ponemos fácil?

Máscara

Lunes, batido de melón, sol y un repasito a las redes sociales, algo chirría dentro de mí al leer este titular: ¿Por qué nos hacemos los duros al ligar?”, ¿he vuelto con el Delorean a los ochenta y estoy leyendo la Súper Pop? No, ningún póster de Kirk Cameron en la pared de mi salón, es La Vanguardia y dice así:

“Ponerle difícil la conquista al otro es un juego que ha de estar presente durante el inicio de la relación, durante la etapa del flirteo, en la que la incertidumbre y la inseguridad presiden la relación junto a la ilusión que nos lleva a continuar e ir dando pasos hacia la consolidación. Es una manera de reafirmar el interés que la otra persona tiene hacia ti, de mostrar que para la otra persona mereces la pena, aun con esfuerzo. Cuanto más nos cuesta algo más nos comprometemos o implicamos en ello”

¿Es un juego?, ¿reafirmar?, ¿mostrar que para la otra persona mereces la pena?, entonces, ¿qué ocurre con darte a conocer?, ¿con la sinceridad?, ¿con mostrar vulnerabilidad? En definitiva, ¿dónde queda la confianza en todo ese “juego”?

Vayamos por partes…

Según la R.A.E un juego es:

  • Acción y efecto de jugar por entretenimiento
  • Ejercicio recreativo o de competición sometido a reglas, y en el cual se gana o se pierde

Por lo tanto, ponerle difícil la conquista al otro es un juego que tiene sus propias reglas, sigues tus propias tácticas para conseguir un fin determinado (captar la atención de la otra personita) al final de la partida o ganas o pierdes. No hay gris. Además tras todas esas pruebas para que te demuestre que para ella mereces la pena, tú te habrás aguantado emociones, sensaciones, ¿sabes una cosa? Tú ya mereces la pena, quizás lo que no merece la pena es esa partida.

¿Nos atrevemos a cambiar las reglas del juego?

Casi se me atraganta el melón pensando todo esto, cuando he leído esta entrada:

“Nuestra sociedad perfectamente estructurada nos ha hecho creer que hay un manual para todo, que si damos los pasos adecuados obtendremos los resultados deseados. Ese mensaje nos ha convertido en maniáticos del control. Nos ha transformado en personas que pretenden que las cosas funcionen según sus expectativas, personas que intentan controlar cada detalle, para que nada se salga del guion”.

Control, expectativas, obtener resultados… ¡Lo tenemos!

Quizás ese juego de personas duras, te da sensación de control, sabes hacia donde te diriges, y vuelcas toda una serie de expectativas en la otra personita. ¿No se cumplen? Game over, has perdido la partida una vez más, pero ¿conoces realmente al otro jugador?, ¿has mostrado todas tus cartas?…

Imagínate que poco a poco vas conociendo a esa personita que ha llamado tu atención y te vas mostrando tal cual eres, con tus deseos, tus inquietudes, tus miedos (te recuerdo que no eres un cíborg). De esta forma le vas dando la manita al otro para que te muestre sus deseos, sus inquietudes, sus miedos (casi con total seguridad tampoco se trate de un cíborg, créeme) tomando la vulnerabilidad que nos caracteriza como una aliada no como una enemiga, la vulnerabilidad puede ser tremendamente sexy (pero esa es una historia para otro día)…

¿Te lo imaginas?, ¿qué es lo peor que te puede pasar?

¡Hora de caminar!

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