¿Meditar es dejar la mente en blanco?

Gato2

“Pocos de nosotros somos capaces de estar presentes en nuestras experiencias vitales debido a que hemos nacido en una cultura que existe dentro del mundo del tiempo: civilización. Hemos mostrado una insaciable sed de progreso, pero, en la mayoría de los casos, el progreso nos ha llevado a una estructuración tal de la vida que nos lleva a no estar presentes cuando la vida está teniendo lugar. Cuanto más se automatiza nuestra experiencia vital, menos nos implicamos en el arte de vivir (…) nada parece tomar el curso que nosotros pensamos que debería tomar. El pasado alberga pesares, y el futuro alberga la promesa de que las cosas serán mejores, en tanto que el instante presente se nos antoja un evento que precisa de ajustes. De ahí que desperdiciemos los instantes pensando en lo que no nos fue bien en el pasado y planificando mentalmente los ajustes que tenemos que llevar a cabo para, con el tiempo, alcanzar el estado de paz y de realización que buscamos. Y, dado que estos ajustes están dirigiendo nuestra atención constantemente hacia algún «maravilloso mañana», nos olvidamos de darnos la ocasión de llegar a alguna coyuntura significativa hoy. Por otra parte, y debido a este enfoque, el mundo en el que vivimos ahora, y todo lo que hay en él, se convierte en un medio para alcanzar un fin”. Michael Brown.

 

La sala llena, gente de todas las edades, profesiones, creencias, reunidas un jueves a las 19h en ASNIE para escuchar a Pablo D’Ors hablar sobre “El arte de la meditación”. Ya empieza… (Iré intercalando cositas que se dijeron en esa conferencia con mi propia experiencia).

¿Meditar es sentarte en la postura de la flor de loto, horas y horas en algún rincón con incienso, para conseguir poner la mente en blanco y en el mejor de los casos levitar?

Tráfico, bandeja de entrada llena, el grupo de wasap del cole, el del trabajo, Facebook, Twitter, Instagram, otra notificación, noticias, información, más información, obligaciones, superación, éxito, facturas, un mes de vacaciones y gracias, follar en fin de semana, no hagas mucho ruido que los niños duermen, control, seguridad…

Encuentras un rato para un café, estás agotado y la comunicación se convierte en aprovechar las pausas para meter lo propio, necesitas desahogarte, vuelves a casa, ha sido un diálogo de sordos, no os habéis escuchado, os habéis desahogado.

STOP.

Si no has tenido tiempo de escucharte a ti mismo, tarea complicada escuchar a los demás. Ten en cuenta que para hacer una buena escucha tienes que acoger lo que te dicen, sin cargarlo de juicios, ni de emociones, para eso tendrás que callar tu ego.

Cuando digo ego hablo de la mente, caemos rendidos a sus pies, ella intentará encontrar una explicación para todo y si no sabe algo se lo inventará, ella entra en la realidad para comprenderla, no sabe hacerlo de otra forma.

“Nos asusta aquello que no podemos controlar”

 La mente se resiste al cambio, no quiere nadar a contracorriente, sin embargo hasta que no la sorprendas, y rompas lo que ella espera de ti, no podrás crear algo nuevo, no llegará el verdadero cambio.

Por lo tanto en primer lugar tendrás que aprender a escucharte, no le hagas caso a tu mente durante un ratito y escucha que te cuentan tus emociones ¿Cómo te sientes?

Nos empeñamos en fragmentarlo todo, hombre o mujer, feminista, machista, soltero o en pareja, blanco o negro, clase alta, clase media (¿todavía existe?), clase baja…y también nos fragmentamos por dentro, contradicciones.

Así que en segundo lugar necesitas unidad. No somos tan distintos unos de otros como nos han hecho creer, quédate a solas, escúchate un ratito y averigua lo que realmente quieres, disminuirán tus contradicciones.

El lenguaje, importante, bien utilizado sirve para vincularnos y transformarnos, de lo contrario separará, que se convierta en tu aliado, tanto al hablar con los demás como en ese discurso interno que te cuentas durante todo el día, eres esclavo de él, por lo tanto responsable de tu estado emocional: “no debería haber dicho eso, seguro que piensa que soy gilipollas”, no te hables como no te gustaría que te hablaran los demás. Aquí entran en juego los mantras, palabras breves que actúan de escoba.

Por lo tanto es importante que te escuches, para saber cómo te sientes, qué quieres, así cambiará la percepción que tienes de ti y de los demás (unidad no aislamiento), para eso es importante observar tu discurso interno, ríete un ratito de tu mente, ella no puede saberlo todo, es una charlatana.

Aquí entra en juego la meditación:

  • Silencio: solo bajando el volumen de tu entorno, podrás escucharte, comienza la aventura interior.
  • Quietud: quedarte quieto requiere disciplina, autocontrol, significa realizar aquello que determinas hacer.

¿Qué obstáculos te puedes encontrar?

  • Inquietud corporal: se te duerme un pie, te duele la espalda…
  • Distracción mental: “con todo lo que tengo que hacer y aquí sentadito, meditando”, ella intentará distraerte para que desistas, no le suele gustar el silencio.
  • Sombras: si vives tienes heridas, si paras un ratito te las puedes encontrar de frente y no suelen ser bonitas. El problema no es que te dejara esa personita que tanto querías, el verdadero problema es cómo transitas el duelo o si te sientes identificado con la herida (siempre me dejan, moriré solo).

No existe experiencia humana intensa que no pase por el sufrimiento, así que míralo de frente, ponle pasión, es decir, sabes que detrás de eso llegará el aprendizaje y continua andando, ahí está el crecimiento.

Por lo tanto cada vez que meditando aparezcan tanto los calambres, como la mente charlatana o se remuevan tus heridas, sigue respirando, concéntrate en la respiración, perderán fuerza y se marcharán, pruébalo.

“Basta mirar algo para transformarlo”

Imagínate que a través de un amigo conoces a una persona que vive en tu mismo barrio, nunca antes os habíais visto, a partir de ese día seguro que os cruzáis de vez en cuando, podéis simplemente decir «hola» y seguir o poco a poco ir intimando más, pero lo importante es que ahora ya os veis. Vivimos sin vernos.

La meditación sirve para verte, para ser tú mismo, no en función de lo que tienes, ni de lo que te hacen los demás, meditar es encontrar tu esencia, como si fueras un compás, te clavas en el centro y sale un bonito círculo.

Olvídate de la perfección, no consiste en eso, no estamos hablando de personas perfectas sino de personas auténticas. Así que corres el riesgo de la diferencia, si has clavado bien la aguja de tu compas no bailarás el baile que te dicta el entorno, bailarás el tuyo propio.

Así que la meditación te dará:

  • Lucidez: claridad mental.
  • Coraje: si ves claro lo que quieres actuarás aunque te cueste.
  • Frutos: tu vida comenzará a tener sentido
  • Alegría: te has encontrado, eres tu mejor amigo y eso ya no te lo quitará nada ni nadie.

¿Te atreves?

¡Hora de caminar!